Celebrando a los y las nutriólogas de México

Abstract

La Nutrición en América Latina discretamente se ha abierto un espacio hasta llegar a un juicio de maduración, no fácil por las características regionales de desigualdad, pobreza y exclusión, pero sí con interesantes resultados en diferentes contextos políticos, sociales, educativos y de regulación. Inicialmente el profesional nutricionista fue limitado a los servicios hospitalarios y las escuelas universitarias concentraban su formación en esta área del desempeño, paralelo a un perfil pedagógico-comunitario, pero en las tres últimas décadas la profesión ha tomado un impulso trascendental, tristemente segmentado por el comportamiento alimentario que modificó fuertemente la composición corporal en escolares, adolescentes y adultos jóvenes, lo cual ha permitido su intensa actividad técnica. Sumado al sobrepeso, la obesidad y la doble carga están las comorbilidades de esta epidemia que incrementó los costos sanitarios y mantiene un preocupante panorama socio-económico por la fuerza laboral comprometida. Por esta coyuntura, la gestión de los nutricionistas se tradujo en la formulación y gerencia de planes, programas y proyectos, la participación en decisiones políticas con un propósito fundamental, el mejoramiento de la calidad de vida desde la seguridad alimentaria y nutricional de los hogares, que no solo involucra acciones en el consumo responsable y la promoción de estilos de vida saludables, sino en toda la cadena alimentaria y los procesos y recursos que conlleva el alimentarse adecuadamente. Esta es una primera celebración como profesión, una visibilidad reconocida con disciplina y sobre todo por competir con un discurso basado en evidencia. Sin embargo, falta abonar a un terreno permeado de paradigmas comerciales que compiten con nuestra reflexión epistemológica. Por eso cada nutricionista debe celebrar con mérito, el aporte al tejido social y repensar la sinergia con el medio ambiente. Pero, los grandes logros se proyectan con metas definidas, por ejemplo la formación académica continua, la participación en investigación y la formalización a través de la divulgación como la publicación científica. Finalmente, nos gustaría celebrar cómo nuestra noble labor da mérito para que el derecho a la alimentación haga parte de un proceso de paz con equidad.